lunes, 22 de diciembre de 2014

11 y 6 (Fito Páez)

En un café se vieron por casualidad
Cansados en el alma de tanto andar.
Ella tenía un clavel en la mano.
Él se acercó, le preguntó si andaba bien:
Llegaba a la ventana en puntas de pie,
Y la llevó a caminar por Corrientes.
Miren todos:
Ellos solos
Pueden más que el amor,
Y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron
En el centro
Y en el baño de un bar
Sellaron todo con un beso.
Durante un mes vendieron rosas en La Paz;
Presiento que no importaba nada más,
Y entre los dos juntaban algo.
No sé porqué, pero jamás los volví a ver.
Él carga con once, ella con seis,
Y si reía le daba la luna.
Miren todos:
Ellos solos
Pueden más que el amor,
Y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron
En el centro
Y en el baño de un bar
Sellaron todo con un beso.

martes, 18 de noviembre de 2014

Volviendo del país del Oasis a tierra

Deberé creer que no quiero hacerlo.
Deberé confiar en mis ojos si huyen
Decididos a ver cómo será este sueño
Donde mi boca no pruebe amor sin dueño
Donde hay rima, vida y hoja confluyen.
Deberé saborear más despacio tus manos.
Procurar no perderme en insomnios sin luces.
Proponerme volver a esos reinos lejanos
Plagados de aires de amores robados
Y poder beber de sus fuentes tan dulces.
Y ya no volveré a ser el que fui antes.
Mis fuerzas pendientes al grito de guerra.
Mis pies besando el suelo cual viejos amantes,
Mi corazón envuelto en amor delirante.
Volviendo del país del Oasis a tierra.
¿Volveré algún día a esas tierras soñadas?
¿Volverán mis penumbras a ser sus fronteras?
¿Veré aquí en mis manos océanos de nada?
Verdades oscuras, mis vidas pasadas
Volverán tal vez a ser mis compañeras. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

La Ceguera (Teaser 1)

          Cuando uno vive toda su vida en un lugar, no podría ni aunque se lo propusiera no conocerlo de memoria. Mi mamá me contaba algunas veces de cómo era antes la ciudad, de cómo las calles parecían susurrar incesantemente una canción que solo un argentino podía reconocer. "La melodía de cada tango de Gardel", me decía ella, ",Y la de cada gol de Maradona. Cada pintura de Berni, cada palabra de Borges y Cortazar, cada color de Caminito, todo revoloteando por la ciudad, sin que nadie se atreviera a callarlo. Era la música de Buenos Aires.". Mi mamá solía cantar algo que siempre reconocí como esa melodía callejera. Mi padre solo una vez habló de su infancia, recordando más las baldosas flojas que salpicaban agua que los campos que luego sabría recorrían el lugar salpicando verdes. Yo, por mi parte, sabía de memoria dónde estaba todo: La biblioteca, con sus maderas corroídas por el paso de los años; El escritorio de mi padre, verde musgo y rojo sangre, en la esquina vecina a mi colchón; El charco de agua que convivía con la habitación desde antes que nosotros llegáramos. Podía caminar hasta cada una de los colchones o sillones donde dormíamos, y reconocer solo con una bocanada de aire quién estaba en ellos. Sabía de memoria casi todos mis libros, por lo que de vez en cuando le robaba uno a mi mamá sin que se diera cuenta. Saborear un libro a escondidas era uno de mis más grandes placeres. Es que, para mí, esos libros cantaban.
            Me costó mucho arrancarle alguna palabra a mi madre sobre lo que había pasado. Ninguno de los habitantes del sótano parecía querer recordar lo que mi padre llamaba "El primer día del Año Cero". Yo no comprendía bien por qué casi todos en ese lugar eran tan infelices, ni qué o quién era lo que les había dado su favor para después quitárselo de tal manera que no volvieran a ser los mismos. Solo algunas palabras en mis libros me revelaban que había habido cosas que yo no conocí, y que tal vez no conocería. La única vez que mamá habló sobre el tema, me explicó que yo había nacido en el día 17 del Año Cero, poco después del desastre que había encerrado a mis padres en el sótano donde vivíamos. Me había dicho que no era posible volver atrás, y que no me preocupase de cosas que jamás entendería. Pero había palabras que volaban en mi cabeza, y que no podría sacar de allí hasta saber su significado. Ellos accedieron a explicarme la mayoría de ellas, pero siempre obviaron la única que yo sabía que esclarecería todas mis dudas. Yo solo pasaba horas y horas mirando la brillante Luz del que había sido nuestro hogar por los últimos 16 años, preguntándome qué había pasado entonces; Qué es lo que era el Sol, y qué había pasado con él.

lunes, 28 de julio de 2014

Cualquier otro siete, Cualquier otro año

Ambos despertaron con el sol. Ninguna de sus dos almas podía resistirse al calor de un nuevo día; Tal vez, porque entendieron la importancia de salir a probarlo.
Sólo ellos podían conocer lo que harían. Sólo ellos eran dueños de su plan.
Y así pusieron nuevamente sus pies en la tierra, y se vistieron despacio, como quien advierte un final, o un principio; O tal vez ambos. Ninguno de los dos había despertado solo, ni tampoco se acompañaba a sí mismo al desayunar. No sabían vivir en soledad, quizá por inexperiencia o temor, a costa de su necesidad de afecto casi reconfortante. Solo sabían vivir con esa persona a su lado. Y es que se necesita un compañero para cargar semejantes armas y comprender su poder: Sólo un agente de lo tercero puede vivir para comunicarle al victimario lo que su poder es capaz de alcanzar.
Sus uniformes brillaron ante la luz del sol, radiantes de colores con nombres de padres y madres, de hijos y enemigos, y de ellos mismos viéndose al pasar frente al vidrio de un auto. Pero también revoloteaban en uno campantes las sombras de un dolor crónico y punzante; Y en el otro se podía escuchar el canto de un sueño que sonaba a libertad. Y aún así, solo ellos adivinaban cuáles serían sus porvenires.
Las dos y cuarto bailaron en el reloj, y luego las tres, y más tarde las cinco. Faltaba poco para que sus ojos se cruzaran por primera vez, y hasta me animaría a decir que por última. El sol se apuraba a entrometerse en los bombardeados edificios de Gaza, casi sin advertir que un suceso mucho más importante eclipsaría su hermosa despedida. Las siete se asomaban por el borde de un despertador en una casa cercana a las dos miradas que acababan de cruzarse.
Todo pasó demasiado rápido: Cada uno sólo tuvo tiempo de admirar el arma ajena para sentenciar su propio final. Los ojos de ambos rondaban al otro en busca de una ayuda divina, sin saber que la divinidad no tenía nada que ver en sus disputas. Solo un minuto los separaba de sus destinos, o de su destino conjunto, que auguraba no pasar impune, sea cual fuera el vencedor de aquél duelo de miradas.
Ya era hora. Alguno debía actuar, o aquel forastero terminaría llevándose esta batalla.
Y entonces Maryam le entregó la flor que llevaba al oficial israelí. Le entregó su paz.
Ojalá eso hubiera sido suficiente.

La vida no vale nada (Pablo Milanés)

La vida no vale nada
Si no es para perecer 
para que otros pueda tener
lo que uno disfruta y ama.

La vida no vale nada

si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.

La vida no vale nada

cuando otros se están matando
y yo sigo aquí, cantando,
cual si no pasara nada.

La vida no vale nada

si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga.

La vida no vale nada

si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada

La vida no vale nada

si se sorprende a otro hermano
cuando supe de antemano
lo que se le preparaba.

La vida no vale nada

si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada.

La vida no vale nada

si tengo que posponer
otro minuto de ser
y morirme en esta cama.

La vida no vale nada

si, en fin, lo que me rodea
no puede cambiar cual fuera
lo que tengo y que me ampara.

Y por eso, para mí,

la vida no vale nada.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Vidas Servidas

La oscuridad se sonreía, maliciosa y errante.
Sus ojos me sondeaban intrigados, buscando furtivos
un momento idóneo donde atormentar mi ser.
De vez en cuando lo logran, tal vez a fuerza de mi necia naturaleza.
Y solo entonces ella logra atravesarme y quedo a su
completa merced, en un insaciable mar de
que goza de inundar mi ser, y mi voz.
En ocasiones, hasta ha querido salpicar mi Vos.
Mas ni yo ni nadie podemos escapar de Maquiavelo.
Somos marionetas de esta incertidumbre sin palabras,
sin filias y sin saberes.
¿Qué platónico ser me rescatará de mis cavernas,
de mis sombras privadas y personales?
¿Qué virgiliano ente se dejará ser en sueños,
o tal vez en sueños de libros,
para guiarme por cielos e infiernos?
Podrá tener nombre, o nombres, o acaso
no los necesite; O no necesite yo poseerlos en mi haber.
Podrá tener cuerpos vivos, que latan en carne, o en tinta;
Que fluyan en sangre, o en mis oídos.
Podrá ser quien no crea capaz, y me ahonde yo entonces
aún más en mis inocentes falacias.
O podrá no ser quien crea adecuado, y deguste yo
nuevas gotas de inconsciencia forastera.
Eres tú.
Y soy yo.
Y no es nadie, y son todos, y es incluso nada y todo
confluyendo, y ninguna de las dos a su vez.
Es mi vivir encontrarle, o encontrarles, y  no hacerlo también.
Con algo más que azar a mi favor, la calidez de un resplandor
me iluminará de vez en cuando. Y tal vez tenga tu nombre. Tu Vos.

martes, 1 de abril de 2014

El misterio de tu corazón

¿Qué pensás?
  Una única pregunta a infinidades de respuestas.
  Es, tal vez, el punto de partida: La llave maestra a todas las puertas.
  Realidades entremezcladas sin una pizca de azar
  Éramos eso: Dos dudas en busca de sus respuestas.
  Soy aún un niño que continúa en búsqueda de otras.

  Sobre todo hoy. Sobre todo ahora.
  Esta vez, la respuesta es vital. O vitalicia. O ambas.
  Realmente espero que ambas.

  Mentiría al decir que me resulta sencillo.
  Intentaría, acaso, acallar mi nerviosismo. Pero con vos no es necesario.

  Negaría mi inexperiencia y procuraría la fuga de mi sentir si de
  Otras manos se tratase. Y son solo la claridad y la
  Veracidad de tus palabras las que me obligan a regalarte mi
  Interrogante mejor, que ya es verbo vivo y danzante sobre este papel,
  Aguardando esa respuesta que solo tu corazón es capaz de revelar.

Antiheroes (DLSO) (A los Soldados de Malvinas)

Aquel 2 de abril comenzó la guerra; 
Con 18 años fuimos a luchar. 
A Margaret Tatcher se le caía el gobierno 
Y las Islas Malvinas le cayeron del cielo 

Un león bien armado defendía su imperio, 
Nuestros pibes descalzos y en medio del desierto. 
Los fusiles no andaban, las cosas no llegaban, 
Y Galtieri chupaba otro Whisky más.

Perdimos tantas vidas por un par de islas 
Firmando decretos de amnesia general. 
La mano de Dios no apagó mi dolor; 
La Guerra del Olvido fue la que nos mató. 
"La mano de Dios no apagó mi dolor" 
Gritan los antiheroes del '82. 

Y un arbitro yanqui dirigió el partido 
Con la camiseta del pirata inglés. 
Pero esto no es todo, mis queridos amigos: 
Con la número 9 Augusto Pinochet

Un león bien armado defendía su imperio, 

Nuestros pibes descalzos y en medio del desierto. 
Los fusiles no andaban, las cosas no llegaban, 
Y Galtieri chupaba otro Whisky más.

Perdimos tantas vidas por un par de islas 
Firmando decretos de amnesia general. 
La mano de Dios no apagó mi dolor; 
La Guerra del Olvido fue la que nos mató. 
"La mano de Dios no apagó mi dolor" 
Gritan los antiheroes del '82. 

martes, 4 de marzo de 2014

Te doy una canción (Silvio Rodríguez)

Como gasto papeles recordándote,
como me haces hablar en el silencio,
como no te me quitas de las ganas
aunque nadie me vea nunca contigo,
y como pasa el tiempo, que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida.

Te doy una canción si abro una puerta
y de las sombras sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor,
y si no lo apareces, no me importa:
Yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera, me detengo:
La ciudad se derrumba y yo cantando.
La gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo, que me juego la vida,
porque no te conoce ni te sienten.

Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar.
Te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo Patria,
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla:
Como doy el amor.

jueves, 27 de febrero de 2014

¿Qué pensás?

Solo dos palabras que cambian un mundo.
Dos signos que al oírse todo transforman.
Tan solo pronunciarlas costaría un segundo,
Pero aún así se piensa que estorban.
Y es que vivimos en un mundo fugaz:
Todo se basa en el el Aquí y Ahora.
Muy de vez en cuando emerge alguien capaz
De entender que esto el Alma deteriora.
Hoy vengo a ser yo el verdugo de lo efímero.
Me han ordenado acabar con el temor.
Y solo lo llamo así pues no encuentro otro estímulo
Que destruya con tanta facilidad al Amor.
No ven lo que crean con sus guerras de sexos;
Su violencia, y su Élite de Placer Personal.
Ven toda persona como un simple anexo...
Si no cambian su rumbo esto terminará mal.
Y lo más grave de esto es la simpleza
Y la proximidad de esa solución olvidada:
Es cierto que en el propio corazón empieza,
Pero en ver en el ajeno es que está alojada.
Se necesitan solo dos parejas:
Una de letras y otra de tonos.
Solo una lengua que su alma espeja;
Solo un sentir que nos unirá a todos:
Para erradicar la xenofobia y la violencia;
Para acabar con el odio pestilente;
Propongo que toda persona (A su consciencia)
Con un campante "¿Qué pensás?" se presente.

Es solo una mano de Póquer

Es terrible mi pensar:
Uno llega a asumir que luego de haber pasado por todo, es intocable.
Que ya nada podría quebrar aún más su alma.
Que su corazón ya no podría ser más pisoteado.
En terrible mi anhelar:
Uno sueña en vivir sin arreglo. En no levantarse nuevamente.
Porque permaneciendo allí abajo, no pueden hundirlo aún más.
Que solo le queda esa opción.
Es terrible mi crear:
Uno acaba inventando una historia que contarse. Una de conformismo e inacción.
Una de pasividad en defensa propia.
Una sin corazón, más por no llorar que por no sentir.
Pero aún más terrible es mi vivir:
Nacer del dolor; Vivir huyendo; Morir cada noche.
Porque sí: La Muerte ya ha jugado hace tiempo su carta de seducción. Y me ha ganado de mano.
Y aún no he pagado mi deuda. La Casa vive para reclamar su apropiación.
Y sé que no fue mi culpa: Mi mano me invitaba tiernamente a rendirme.
Y lo sigue haciendo.
¿Con qué azar se repartieron mis naipes? Con todos. Con ninguno.
Pero aún así, sigo jugando. Porque no estoy solo.
Otro jugador ya ha pagado mis fichas. Y piensa seguir haciéndolo.
Y aunque mi existir sea terrible sé que, con sus cartas, podré ganar esta ronda.

Promesas (Casi Normales)

Promesas que son para siempre:
Promesas que nacen en el corazón.
Un pacto entre dos
Que un niño hace tiempo juró.
La promesa que hoy vive en vos.
Promesas que nunca se quiebran,
Que nacen y crecen y no cambiarán.
Ni la enfermedad, ni la adversidad callarán.
Mi promesa jamás morirá.
Y se lo digo a la chica más dulce y radiante,
A la estrella que me iluminó.
Yo la busco en las noches, brillante.
Si la ves recordale mi amor
Que ese chico olvidó sus pasiones,
Que ese chico hoy ya se perdió.
Y aunque el hombre olvidó sus razones
Nunca olvida lo que prometió...
Promesas que son para siempre:
Promesas que un hombre jamás romperá.
Y todo lo que juré, así será:
Estar a tu lado con todo mi amor
Recordando esos chicos que fuimos los dos.
Como ves,
De nuevo esta vez,
Mis votos de amor...
Prometo vivir por vos.

Say something (A great Big World & Chistina Aguilera)

Say something, I´m giving up on you.
I´ll be the one if you want me to.
Anywhere I wold´ve followed you.
Say something, I´m giving up on you.
And I´m feeling so small...
It was over my head,
I know nothing at all.
And I will stumble and fall.
I´m still learning to love:
Just starting to crawl.
Say something, I´m giving up on you.
I´m sorry that I couldn´t get to you.
Anywhere I wold´ve followed you.
Say something, I´m giving up on you.
And I will swallow my pride:
You´re the one that I love,
But I´m saying goodbye.
Say something, I´m giving up on you.
I´ll be the one if you want me to.

miércoles, 22 de enero de 2014

Hay que ser realmente idiota para... (Julio Cortázar)

 Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone.
Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. Lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. Me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo.
    Y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforecente a media altura es absolutamente inaudita. Mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. Cuando mi mujer o mi amigo dicen eso --lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad-- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y no es mas que corcho. Me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras inteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). Y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo Epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. De ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforescente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. Recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. Lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con o que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. Ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den King Lear? A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau. Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.

martes, 21 de enero de 2014

Para leer en silencio

Y es que es solo cuando la quietud circundante me inunda que me pierdo por allí.
No cuando mis fantasmas se tornan efusivos.
Nunca en el instante donde mis lágrimas se confundieran con mi sangre; No.
El dolor no es permitido allí.
Shh. Silencio. Tal vez, si acallamos nuestro pensar por un momento, logramos encontrarlo.
Ahí está, ¿Lo sientes? ¿Logras percibirla?
Esa marea que, la que con su vaivén lleva mi boca, mis manos, mis ojos.
Esta brisa casi imperceptible que logra sin esfuerzos reanudar el movimiento dentro de mi corazón.
Shh. Háblale sin sonidos. No tengas miedo. Escúchale. Escúchate...
Tantos se han perdido en tu orilla, mi sitio amado.
No me abandones hoy, que tal vez mañana no te haya podido olvidar.
Tienes muchos nombres, pero hoy solo conozco uno. Y es el único indispensable.
Y es que tu toque sopló dentro mío. Y dentro de todos. Y de nadie, sin dudarlo.
¿Estás atento, intruso? ¿Qué sientes al perpetrar mi alma en lo más profundo de su naturaleza?
Hoy te he permitido violar mi adicción más pura. Y nunca más volverás aquí.
Porque has visto dentro de mí, y por obra mis manos traidoras, el que es mi amor más irracional.
El lugar donde la Oscuridad no sobrepasa su encierro de letras y tinta.
Ese lugar de luz palpable y Violetas diluidas en aguas donde reposar.
Bienvenido, oh Forastero, a mi Lugar Secreto.

viernes, 17 de enero de 2014

Droga (DLSO)

Sos peor que una droga, mujer.
Un asesino difuso, tal vez,
Que se a enquistado en mi pecho y mi vos
Para inyectarme ficciones.
Me he enamorado de un monstruo irreal:
De ese fantasma que habita en un bar.
Por las noches juega a intoxicar
Corazones en celo.
Sos mi preciosa adicción:
Un personaje que me obnubiló.
Huele tan rica esa piel...
Voy a caer en tus garras otra vez.
Mujer me estás consumiendo;
Soy un disfraz de mi cuerpo:
Un esqueleto de fiebre y sudor.
Nunca me conformo con lamer el plato
Del silencio ingrato de una despedida agreste
Que está pintarrajeando
El punto final
Que me hará bajar
En picada obligado a olvidar
Que sos peor que una droga.

martes, 7 de enero de 2014

Mi loquero de labios y corazones

Dicen que enloquecí.
Que finalmente soy esclavo de mi pensar.
Que mi locura se apiada de mí solo cuando me permite ocultarla por momentos.
Dicen que enloquecí.
¿Y si no fueran tan solo falacias en boca de conspiradores?
¿Y si mi razón se desconociera frente al cristal de tus ojos?
¿Y si enloquecí?
Muchos son lo que al degustar mi palabrerío dudan de mi juicio,
Y tanto más los que han catado mi esencia a bocanadas en violáceas respiraciones.
Y no se equivocan: Estoy loco.
Loco a la par de pocos; Loco a la par del mundo.
Loco sin par.
Más no se confundan: Este loco no compartirá su desquicio.
Por años he perseguido su ocaso; Por siglos busqué su cenit; Por estrofas rastreé su perfección.
Y hoy he enloquecido.
Y mis ojos aún lloran, y mis labios aún besan. Y mi corazón aún se anima a latir.
Pues he saboreado la locura antes de hoy, y antes de ayer.
Y estuve tan recto como el mejor de mis principios. Y tan retorcido como el peor de mis sueños.
Y pude ver mi locura, y preguntarle sin despegar mis ojos de los suyos:
"¿Por qué he de convertirme en loco? ¿Qué mover de tus piezas me ha privado de mi cordura?"
Y mi enloquecer respondió:
"Ellos dicen que soy un soñador. Pero no soy el único, ¿Verdad?"
Y entonces mi corazón tamborileó presto a una nueva batalla.
Y me marché, acompañado por mi locura y mis ojos; Mi corazón y mis labios.
Si. He enloquecido. Y me encanta.

Bs As New York (DLSO)

El cielo es una autopista,
La ciudad huele a formol;
Elefantes de metales
Montan ese hormigón
Nauseabundos policías:
Pirotécnica función.
El teatro está repleto
Y la muerte es el telón.

Quieren meterte en el Borda,
Guardarte en un cajón.
Las pirañas de corbata
Te estrujan el corazón.
Con la mierda en las rodillas
Es difícil caminar:
Podrán joder el camino
Pero no nos detendrán.
Hoy no. No, no, ya no.

Ellos tienen oficinas;
Yo solo te tengo a vos.
En verdad, últimamente,
No me queda ni tu olor.
¿Será que extraño tus gritos?
Tu locura es mi motor
¿Será que extraño esos besos
Que siempre dicen que no?

Los bondis de Saavedra,
Birome y bandoneón
¿Será que nunca conocí New York?
Tu acento de porteña,
Cuervos al rededor
Y esto está oliendo a Buenos Aires-New York
Tu caparazón violeta,
Gusanos con reloj
Me estoy pudriendo en Buenos Aires-New York

Los corderos se deshacen
En el buche del pastor;
Un satélite agridulce
Saboriza nuestro show.
Una bolsa de esqueletos
Patrocina el comensal
Y le escarba los colmillos
Con paciencia de hospital.

Los naipes sobre la mesa,
Me carteo una ilusión.
Grito "Truco" a los recuerdos:
"Falta envido" y faltás vos.
Las calles son un pantano;
Nena, sos mi ventiluz.
Sonrió para la foto
Pero dijo glú, glú, glú...

Fuiste mi mejor poesía,
Fuiste mi mejor canción.
Y si el verbo está en pasado
No fue por mi decisión.

¿Será que extraño tus gritos?
Tu locura es mi motor
¿Será que extraño esos besos
Que siempre dicen que no?

Los bondis de Saavedra,
Birome y bandoneón
¿Será que nunca conocí New York?
Tu acento de porteña,
Cuervos al rededor
Y esto está oliendo a Buenos Aires-New York
Tu caparazón violeta,
Gusanos con reloj
Me estoy pudriendo en Buenos Aires-New York